20 de febrero de 2019.
-Mírate… qué cara de bueno has tenido siempre, querido -dice Sonia Gasset mientras observa el cuerpo sin vida de su marido tendido en la cama.- Quién iba a pensar que acabarías así, con lo felices que podríamos haber sido tú y yo. Podríamos haber tenido hijos, ya sabes que me encantan los niños. Mi padre siempre decía que una casa sin niños es como un parque sin árboles, no tiene vida. Pero según tú, no era el momento aún. Teníamos que disfrutar de la vida juntos. Juntos, bastardo, pero se ve que no revueltos.
>>Ya me lo decía mi padre: «Sonia, no sé yo si ese tipo es lo que mereces, no me fío. Tiene licencia de armas sin ser policía ni guardia civil, ni militar ni nada de eso. No me fío». y cuánta razón tenía. Pero mira tú la paradoja, me ha venido bien que tuvieses tu pistolita. Lo ha hecho todo más fácil, aunque voy a tener que tirar el colchón y las mantas. Lo has puesto todo perdido, mi amor.
La cara de Sonia Gasset es una mezcla de cinismo y repulsión mientras le quita de la muñeca de su marido el Rolex de oro que le regaló por su aniversario de boda y lo guarda en su bolso al tiempo que saca del mismo su teléfono móvil.
Con la maestría que pudo tener la mismísima Marlene Dietrich en su papel en ‘Testigo de cargo’, Sonia Gasset cambia el gesto de su cara y su rostro se vuelve compungido de dolor al marcar el número de emergencias, y con el primer tono de llamada rompe a llorar desconsoladamente.
-112, servicio de emergencias. ¿En qué puedo ayudarle? -responde una voz sosegada por el altavoz de del teléfono.
-¡Mi marido está muerto! ¡Se ha disparado en la sien!